lunes, 26 de diciembre de 2011

A esto le falta nombre.

Es tiempo para vacío nocturno.

Sé que a la media noche no debería pensar en ti.
Sé que ya no es tiempo de extrañar tu tibieza.
Sé que mañana en la mañana no serás el mismo.
Sé que te has ido, y que tu recuerdo en mi piel no es alcanzable.

Es tiempo para vacío nocturno.

El humo aún se siente en el aire, la saliva, el sabor a vodka y aguardiente se cuela entre los dientes, entre las palabras y los pequeños suspiros que no volvieron a ser de amor.
Anoche hubiera querido mezclar mi sombra con la sombra de otro cuerpo, con la sombra de una mujer y su calor.
Anoche hubiera preferido no besarte, no sentirte, no escucharte.
Vamos a decir adiós de una vez por todas, hagámoslo ahora que aún hay tiempo.

Es tiempo para vacío nocturno.

Vamos al lago.
Quiero recostar mi cuerpo sobre el prado. Estar rodeada de árboles y sentirme un árbol, convertirme en un árbol. Y alzar los brazos y sentir el viento.
Hace mucho no salgo con la abuela. Hace mucho no juego a ser otro.

Es tiempo para vacío nocturno.

Estaba yo en aquella cama lejos de la ciudad. Intentaba leer un libro. También estaba tu música y estabas tú. Jugabas a ducharte. Quise verte desde arriba un par de instantes. Temí.
Saliste del baño y usabas una toalla amarilla, sólo eso. Yo podía distinguir tus huesitos ilíacos justo allí, donde la toalla me habría permitido descubrir tu sexo.
No bastaba tu cuerpo delicioso, tu imagen, tu voz fascinante. Quise que tu mano bajara por mi sexo.
-Cuéntame un secreto.- fue lo que te dije mientras era de noche. Tú pensaste detenidamente y decidiste que no tenías alguno para darme. Yo quise contarte este secreto que te cuento ahora que ya no estás, pero no habría podido hacerlo.
-Tengamos contacto físico.- también pude decirte en alguna ocasión. Saboreé tu barba y sentía que te besaba, pero no era más que mi imaginación. Te mentí elocuentemente, y tampoco funcionó.
Nuestra última mañana juntos tomamos fotografías a blanco & negro porque así el mundo se veía mejor. Hacía sol, y era sabroso sentirlo en la piel después de tanta lluvia y tanta hambre. No te quise a ti, sino a la ilusión de ti.
Hicimos café cargado y esperamos en soledad mientras yo pensaba que momentos así habrían añorado casi todas las mujeres.
Tú jugabas con los perros.

Es tiempo para vacío nocturno.

Me gusta tu cabello, me gusta tu olor, me gusta tu voz cantada y me gusta tu sexo.
Me gusta soñarte, me gusta imaginarte, me gusta cantar a tu lado y sorprenderme y que me toques con excusas tontas y acaricies mi cabello y me pongas apodos tontos.
Todo eso me gusta, pero tú no.



domingo, 11 de diciembre de 2011

Frenesí gris, azul catatónico.

Gris: Mi cuerpo arde en calor.
  
Azul: Estoy arriba y quiero llevarte.
¿Dónde estás, amor nocturno?

Gris: Estoy acurrucada junto a mi pelvis.

Azul: ¿Trajiste el caballito de madera? ¿Dónde está el amor, amor nocturno?
 
Gris: Traigo un cascabel en mi cuello, & el caballito lo prefiero si es de mar.
El amor creo que está jugando a las escondidas.
Pero yo juego con una piedrita en la mano.

Azul: Dame tu mano entonces. Está fría.
¿Por qué tiemblas, amor nocturno?

 Gris: Siempre estoy fría. Soy fría.
& tiemblo porque soy alérgica a mí-

Azul: Traje un helado de chocolate. ¿Eso podría sanar tus heridas?
Estoy enamorado, pero no voy a mentirte, esta noche no es de ti.
Maldita luna, volvió a llevarme con ella y me desnuda y me vulnera y me desviste y me tienta.

Gris: Ahora me alegra que no hablemos con risas estúpidas, me alegra que no hablemos de extraños apáticos, indiferentes & tan (in)alcanzables al final de fin de semana.
Ahora me alegra que volvamos al amor nocturno, al maullido, a las caricias infantiles, a temblar, a pensar en próximos helados de chocolate.

Azul: Ahora me alegra estar enamorado, sin embargo me cuesta reconocer que lo hago; sigo enamorado pero aquello por lo que me enamoré hace tiempo que se fue, y yo sigo aquí, con ansias infinitas de amar y ser amado... y si repito una vez más esa palabra va a saberme a estufa mojada u objeto perdido.

Gris: Cómo me fastidia que Luna sea tan puta.
No le he visto, & es claro que no quiero verla a menos que (...)
Todos con sus putos comentarios que intentan saber a ella.

Azul: Cómo me fastidia hablar de amor.

Gris: & ahora ya no dicen la luna, sino Luna.

Azul: Y sí, todos creen saber de ella.

Gris: Ahora dedican fotografías & lo que yo creía en Octubre era mío es de todos, & pasa por los labios de todos, por los lentes de todos, por los ojos de todos & les atraviesa el corazón con un punzón & son felices & se aman & hacen el amor & se ven temblar como una luna en el agua.
La puta que los parió.
Sí, tiendo a la posesividad & a los frenesís catatónicos.

Azul: El viernes a la noche pensé en ti, sabes, amor nocturno?
La luna estaba llena y me acompañaba en el viaje más triste.
Y le hablaba y le preguntaba por qué dejamos de querernos. Y ella me habló de ti.
Y yo pude sentirte, pude besarte y abrazarte y tú ni siquiera lo sabías!

Gris: Yo ni siquiera lo sabía.
El viernes me reí con ella, de ella & en cada esquina un: Hoola. Intentando ser coqueta.

Azul: Aquella noche, después de una semana tormentosa hice un trato con ella. Le dije: está bien, dejaré que me hagas vulnerable nuevamente.

Gris: Uh.
¿Por qué quisiste hacerlo?

Azul: Porque me he hartado del amor humano, porque ahora soy estúpido y poco estimulante, porque he dejado de soñar y auto-recorrerme.

Gris: No sé por qué me gusta.

Azul: A mí me gustas tú.




Un roce o una saliva que nunca fue.


Estoy lejos de casa y sé que esta vez no va a suceder. Nuevamente vuelven a mis manos las palabras, como tanto lo añoré. No tendría que haberme ido para lograrlo, tal vez, pero el suceso provoca a las letras que mueren de ganas por transcribirse. 

No es imposible que se dé el deseo, una mujer que hace su aparición previamente no puede imposibilitar aquello, sin embargo lo difícil es que se dé el amor. ¿Qué será el amor en este caso? Está lloviendo y hoy no voy a leer un libro. 

Un cigarrillo tras otro, una caricia tras otra, y aquí me encuentro entre lunas borrascosas. Bolaño estaba bien, “sólo la fiebre y la poesía provocan visiones”. Jugamos y tememos; yo porque estoy lejos de casa, él porque confunde lo que siente con aquello que realmente quiere. 

Con una excusa tonta, referente al sueño, los cuerpos se dilatan y se acercan a un mismo tiempo. Estamos cada vez más cerca y la tensión crece, pero queremos guiarla hasta su propia destrucción. Las manos juegan y ése juego es dulce, son ellas distanciadas de los cuerpos y la mente. Nos rozamos los cuerpos, los rostros se invierten y pronto ese péndulo se confunde hasta crear un único rostro, sentimos o reconocemos las palpitaciones del otro y de sí mismo hasta no estar seguros de saber cuál corresponde a cada quien. Pero yo quiero más tensión, y no me basta con un solo rostro, con un solo cuerpo, y busco una única respiración. Ambos vociferamos de modo abstracto el estar dormidos, pero juntos hablamos con nuestro aire. Jugamos a inhalar a un mismo tiempo, a exhalar y sentir el aire caliente en nuestros labios que hace tiempo quieren encontrarse pero no se atreven. De pronto el juego varía, y puedo saborear su aliento y su alma al respirar cada partícula de él. Ahora lo sé (o tal vez creo entenderlo), nos besamos sin necesidad de voces y sonidos, sin traicionar al silencio que hace tiempo nos acompaña. Vamos de un lado a otro y nuestros dedos hace montón que se quedaron dormidos. La tensión está al borde del quiebre. Decido aprobar el mandato de la mente que me indica girar el rostro, al menos, hasta que mi cuerpo rechace la oferta totalmente. 

Es la primera noche y yo deseo tomar el papel para contárselo todo, pero me digo: espera a que el momento culmine.





viernes, 9 de diciembre de 2011

Vana fascinación.


Estoy pensando en todo lo que dejé de hacer sólo por llegar hasta ti.
Dejé sobre la mesa el libro de cuentos infantiles, pausé la película que siempre quise ver, el reproductor cantó para sí mismo, el helado se derritió, mis manos no volvieron a contarle historias al papel, usé mi voz para rechazar nuevas oportunidades, trasnoché y no fue por ver a la luna hasta el amanecer.

Antes de conocerte ya había inventado una voz para ti, y me gustaba. Tú me gustabas también.
Pero ya no eres el mismo, y yo me habría enamorado si hubieras seguido siendo aquél extraño apático y difícil, si hubieras sido una máquina de repeticiones y reproducciones, si hubieras permitido que cada noche inventara nuevas voces para ti, si hubieras recorrido ciudades y conocido gente que yo también conozco. Sólo para sentirte cerca, tan cerquita que serías lo más distante e imposible que jamás he querido vivir.

Estoy pensando que no debía conocerte, que debía mantenerte incógnito, peyorativo y abstracto, frugal e inútil, ridículo a causa de mi enamoramiento infantil. Entonces yo habría dicho cada noche antes de dormir: buenas noches, extraño. Tú habrías besado otras bocas y jugado con otros cuerpos, y yo seguiría deseándote y satisfaciéndome de imaginación.
Estoy pensando y dejo de hacerlo, porque estoy cansada de tu cuerpo, de tu voz y de tus chistes, de tu tacto, de tu roce y tu respiración, de tu proximidad que nunca quise creer y por la cual ahora me repeles.

Adiós, extraño. Qué placer hubiera sido el no haberte conocido.



jueves, 1 de diciembre de 2011

n' people. /2


Aún no se acaba la noche.
Yo solía hablarle al blog de notas siempre y cuando fuera de noche y pensara en ella.
Quisiera ver el amanecer, y para ello debería seguir despierto.
Quisiera leer toda la noche y la madrugada a Cortázar, y acordarme de lo que nunca llegué a ser.

Quiero mandar todo al caño y mi salida es irme con un puto imbécil.
Quiero mandar todo al caño y mi salida es el silencio, la poca decencia y el olvido del cuerpo.

La cerveza huyó con sus piecitos diminutos.
1-2-3, se fueron por la escalera a la luna los diez.
¿Por qué olvidé ir yo también?

Se sentía bien vivir allí, tener la cabeza en aquellos enredos placenteros.
Se sentía bien estar enamorado de un sujeto imaginario, inmóvil, de un ser que nunca dijo nada y sin embargo lo logró.
Se siente bien aún no haber conocido a la caterva de asesinos que destruyen el camino.
Se siente bien conocer a los inútiles que cambian el rumbo abrupta y estúpidamente.
Se sentirá aún mejor el encuentro consigo mismo, cerrar los ojos y respirar fuerte hasta que todo se disipe.