viernes, 1 de abril de 2016

La última noche de Marzo.

A veces siento que dejamos de ser nosotros mismos al durar mucho tiempo en pareja. Nos volvemos sólo eso, esa única opción, esa única posibilidad: ser una pareja 24/7.

No hay más allá. Todas las canciones, los libros, las anécdotas hacen parte de lo que significa ser la pareja de alguien. Podemos pasar meses enteros sin volver a oír esa canción que tanto solía gustarnos, sin volver al café al que solíamos ir.

La rutina cambia, cambia drásticamente y no sé cómo no nos damos cuenta.
Quien leía ya no tiene tiempo de leer, quien escribía ya no tiene tiempo de escribir, quien iba de fiesta ya no lo hace más, quien por el contrario solía permanecer en casa ahora siempre sale al mismo lugar de destino.

Es como si de repente todo se llenara de una única imagen, porque hasta en el paseo en bus el tiempo se emplea en ser la pareja de alguien. Todos los pensamientos van direccionados hacia lo mismo.

A veces no sé qué tan grato sea ser la pareja de alguien…
Temo durar mucho tiempo cumpliendo ese único papel.
Temo que cuando llegue el final ya no sepa quién soy yo mismo; sin todas las facetas ridículas que se adquieren, o no las llamemos ridículas, sino todas esas manías y pequeñas rutinas que se crean poco a poco.

Volver a leer será diferente para aquél entonces, salir de fiesta, volver al café de siempre.




domingo, 24 de enero de 2016

Aún no pasa el primer Agosto de los siete que nos quedan por cumplir...


Las noches difíciles tienen algo que en el fondo es lindo. A las once y diecinueve te fumas un cigarro y buscas algo allá arriba pero todo está nublado.
Un avión pasa, nadie anda afuera para decir adiós con las manos en alto.
El humo del cigarrillo es lo único que se tiene; es un momento medio mágico donde todo está estático.
Una bici pasa y pienso en ti.
Solía pensar que los horarios eran cosa de adultos que pasan los días y los días y los días y sólo hay sol y gente. Las carteras llenas de números y formatos diligenciados. El reloj corre y aún falta tanto por hacer.
Al salir de clase pensé: <<Los horarios quizás hasta también sean lindos. Lo son si sé que voy a verte a la medianoche... o que voy a hablarte antes de dormir.>>
No sé dónde andarás. Pero no tengo miedo, confío en mí.
No me gustan tus silencios cuando sé que hay algo que hace tiempo quieres decirme.
Me gustan los silencios en los que me miras y parece que te pierdes pensando en tantíssimas cosas. Como que vas y vuelves... y yo aún estoy ahí, frente a tus ojos y tus manos que me acarician lentamente.

Aún no pasa el primer Agosto de los siete que nos quedan por cumplir...

Miércoles, 20 de Enero, 2016.
11:33 p.m.