Lamento hartarte con lo mismo, muñeco. Pero es que tengo tantas ganas de conocerte nuevamente. Tengo ganas de andar por las calles y jugar a gritar tu nombre para ver si te asomas por una de tantas ventanas que tiene la noche y la ciudad.
Voy a mostrarte la luna apenas perceptible cuando vuelva a conocerte, y no diré nada incoherente.
Voy a cargar con el primer escrito, o quizás el penúltimo, y no olvidaré tomar tu mano justo antes de dormir.
Voy a instruirme en tornados y desastres catastróficos, para saber contribuir al momento que antecede al buenas-noches.
Voy a fingir que no sé nada sobre Marcy Playground y que aquella es justo la primera noche que sé de ti.
Lamento tantas florecitas azules, muñeco. Pero es que siento la necesidad de sentir tu olor en el novilunio o al atardecer. Tengo ganas de ver tu rostro al despertar, o de agarrarte el cabello por atrás y que te molestes si lo hago cerquita de la frente.
Voy a olvidar todo lo que sé de ti para poder descubrirte, y a ver si esta vez sí logro desnudarte.
Voy a soñarte y a extrañarte, aún sin conocerte; a sentirte lúbrico y atractivo, aún sin haberte visto.
Será un jueves, y no estarás en casa para recibir mis globitos y mis barquitos de papel.