domingo, 2 de diciembre de 2012

Bitácora del día después.

Despierto con el sabor a ginebra en la boca aún.

Anoche no sucedió nada inusual, volví a conocer a mi amor y nuevamente me pidió matrimonio. Me indicó que se había enamorado de mí. Volvimos a vivir el primer beso y lo hice padecer, como de costumbre, como cuando se inicia una historia, con ese temor y ese ardor en la sangre.

Mi habitación hecha un quilombo, una favela, tal como mi mente.

Quiero leer, me muero por leer y pintar y estar horas solo, pero me asusta a la vez.

Fumo un cigarro y bebo café.

No me conozco, me miro en el espejo y ya no sé quién soy, no me gusta mi aspecto, ni mi olor, ni el sabor de mi propia piel.

Voy a trabajar en ello, voy a reconstruirme, ahora que tengo tiempo.

No quiero el calor de una mujer, no quiero el calor de un hombre, sólo quiero leer.

martes, 21 de agosto de 2012

Desde lo unívoco, a ti, primor.


Otra vez aquí, en el banco de siempre junto al árbol de siempre. Ya no te tengo, primor, y estoy pensando en ti, en los errores que cometí. Me muero de ganas por pedirte perdón, las veces que sea necesarias, las veces que sea posible. Aún no me harto de soñarte, en algunos sueños te tengo, en otros todo es distante. El cielo está azul, primor. Es de noche y hay nubes; la luna está detrás de mí. 

Debí regalarte la luna, debí regalarte todas las flores amarillas que encontrara en el camino, debí decirte lo lindo que estabas justo al despertarte, debí pedirte matrimonio justo cuando quise, debí besarte a escondidas, sí, pero también delante de la gente.
Todos debieron ver cuánto te quise en los festivos cuando andaba sola por las calles y moría de ganas de sentirte, de buscarte, de llamarte, de hacerte figuritas con las yemas de los dedos untadas de pintura transparente, como tu alma y como tu amor, primor.

Ya no te tengo, es cierto, pero te busco en las mañanas al salir de clase, te busco en los pasillos del teatro, te busco en tu antiguo hogar, donde sé que ya no estás y no vas a estar así te espere.
Quisiera sentirte temblar junto a mí nuevamente, pero mi efecto senil me condujo a otra parte.

Discúlpame, primor. No sabes cuánto lamento no poder beber mis lágrimas contigo, ésas que ya no salen de mí, ésas que son libros gastados, palabras repisadas y unívocas, como vos mismo lo dijiste.
Desde lo unívoco, a ti, primor.
No vayas a odiarme para siempre.


Martes en la noche.
Uno, dos, tres cigarros al caer la tarde.

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lunes, 6 de agosto de 2012

Si fuéramos.


Si nosotros fuéramos amantes, seguramente no nos dolería tanto nuestro tacto, tal vez si lo fuéramos nos daríamos paso a lo sagrado mientras sudamos juntos.

Si nosotros fuéramos almas, seguramente sabríamos que nos queremos, o lo haríamos de veras.

Si nosotros fuéramos amigos, nos reiríamos de cada acción pueril o anodina, y nos apoyaríamos o pelearíamos incluso en la tarea más mínima.

Si nosotros fuéramos fieles, podríamos disfrutar estando juntos, podríamos sonreír como si la sonrisa nos hiciera etéreos; pero no somos de nadie, y al mismo tiempo somos de muchos.

Si nosotros fuéramos cómplices, sabríamos al menos un poco del otro, tendríamos un lenguaje sólo para los dos.

Si nosotros fuéramos compañeros, al menos algo nos ataría con un laso invisible por un pequeño espacio de tiempo.

Si nosotros fuéramos seres destinados a conocerse, sería fácil recordarlo a diario.

Si nosotros fuéramos una caricia, podríamos ser un roce ridículo de esos que sólo funcionan si se imprime algo de interés.

Si nosotros fuéramos el silencio, seríamos la abstinencia, seríamos la omisión.

Si nosotros fuéramos apoteosis, seríamos también fracaso.


Si nosotros fuéramos el amor, ése amor en el cual prefiero no creer, seríamos justo lo que somos ahora, seríamos una maldita mentira y tus palabras sólo serían mentiras bien contadas.
Cuando estuviéramos juntos sabríamos que uno de los dos siente miedo y sonreiríamos sólo para hacer que el otro dejara de temer.
Si de repente surgiera el deseo entre nosotros, sería un simple deseo egoísta, ansias de carne y de placer.
Al decirnos el uno al otro que nos queremos, tendríamos miedo de creer.
Un atisbo del tiempo verdadero nos recordaría que nos traicionamos a cada segundo.
Y no seríamos capaces de inventarnos una historia juntos, pues nuestra jerga sería mediocre y banal, estaría tan llena de chistes estúpidos y de comentarios insustanciales.
También seríamos conscientes de que somos como el viento, sabríamos que, si lo quisiéramos, volaríamos cualquier día a cualquier parte.
Y entonces nuestro cuerpo recordaría con una burla estruendosa  todo lo que nos dijimos aquella vez, aquella noche en la que creímos habernos encontrado.
Le mentiríamos al otro aún más y más e incluso a nosotros mismos.
Y pronto desapareceríamos, por razón del tiempo, de la casualidad o del olvido.




miércoles, 25 de julio de 2012

Julio.

Hoy estoy extrañándote más que siempre.
Me cuesta enfrentar la soledad, bonita. Tengo miedo.
Quisiera contarte mil historias que suceden para que me digas "no es tan complicado como parece", aunque yo ya lo sepa.
Aunque el tiempo pase, parece que no cambiara. Mis dedos aún huelen a lo mismo, yo sigo oliendo a cigarrillo y a café.
La vida es como una sucesión de pequeñitos círculos sin fin. Como el eterno retorno que propone Nietzsche. Y a pesar de todo no me acostumbro, me cuesta socializar con la gente.
Me cuesta pero siento que lo necesito, porque no soporto el silencio de mi cabeza que ya no me dice nada, o que me dice tantíssimo que me ahoga.
Buenas noches, linda. Ojalá nos soñemos para poder hablarnos aunque sea por un instante.


martes, 17 de julio de 2012

Junio aún.

Mientras sea de noche voy a hacer un trato conmigo mismo.
Si me dedico al alcohol será sólo para apaciguar o catarsizar los dolores del alma.
Si me dedico a la lectura será sólo para olvidar las nimiedades que viajan por mi cabeza a diario.
Si de repente no tengo apetito no voy a obligarme a comer.
Si me dedico a escribir voy a dejar que sean mis dedos quienes hablen por mí, ya basta de pensar y preparar lo que quiero plasmar en el papel.

domingo, 24 de junio de 2012

Misantropía y escándalo.

Me produce un asco profundo ver la orgía en la que vivimos. La masa inmunda de carne por entre la que tenemos que caminar a diario. Me parece que mientras camino por la calle entra en mi nariz el olor de todos los sexos que me quedan por conocer, pero que dentro de poco (un par de años o un par de meses, tal vez) conoceré.
Me parece que no tiene sentido conocer gente nueva si de antemano ya me la he follado, si de antemano sé a qué sabe esa vagina en mi boca o a lo que huelen mis dedos unos minutos después.
Me parece que no tiene sentido llenar una fila de alguna lista interminable de sudores y palabras vacías, palabras de mierda, rutinas baratas de pasiones que no son más que una calentura constante y distante.

viernes, 22 de junio de 2012

Viernes.

Quiero ser un ermitaño que no sale de casa por mucho tiempo.
Quiero que la gente se pregunte: ¿Qué fue se ese sujeto azul?
Y si tengo suerte alguno vendrá a verme, y la casa estará llena de gatos, porque yo, sujeto azul, habré hecho una fiesta de cumpleaños para mi gato favorito.


jueves, 21 de junio de 2012

En un tiempo muerto.

Es de madrugada y ya ni siquiera sé qué día es.
Y en realidad es lo que menos importa, estando en un tiempo muerto da la misma si es Martes, Jueves o Viernes. Todos los días son como un Domingo interminable.
Quizás encuentre mi cuerpo lleno de sudores ajenos, o tal vez vomite en el retrete de un vecino, y resultará siendo un Lunes feriado o tal vez un Martes olvidado.
Nada importa ya mientras el tiempo esté muerto. Hacer el amor con un libro y con otro, una canción olvidada o un recuerdo recién hechecito, como salido del horno hace un par de minutos, donde aún se perciben los olores de lo tratado.

I can get no satisfaction.

And I try and I try and I try and I try.

Hablar con el italiano al parecer fue lo más sencillo. Eso me hace pensar que en realidad la vida parece algo complicado y tenaz, y nada es tan grave como parece.

Hablar con el italiano se sintió suave, leve, como si en una vida pasada yo hubiera sido un gato y hubiese antepuesto aquél suceso.
Lo sentí, ya ni siquiera pensaba en las palabras que salían de mi boca, sino en los maullidos de mi vida pasada. Y quise levantarme de la mesa para treparme a un árbol y verlos a todos desde arriba y sentirme agraciado, como un felino coqueto.


Ya ni siquiera conozco los nombres de los días, y poco a poco voy olvidando lo que solía saber y a quienes solía conocer. Pronto será Malena, mi gata, quien salga a las calles con poco dinero a comprar tabaco barato, a reconocer gente y sentirse miserable por perder tanto tiempo; yo andaré en casa flirteando con el gato gris de la ventana del frente, siendo esquiva y odiando que me toquen, pintando las paredes con las patas sucias, jugando a ser un ente, masa gris y benevolente.
 

Jueves al atardecer.

El negro duerme a mi lado.



No quiero mentirme, lo que más me conmueve es ver a mi hermano a lo lejos andando con mi perro, me conmueve porque quisiera caminar junto a él pero ahora no es posible.
No quiero mentirme, mi mejor amigo no volvió a amarme como solía hacerlo, y así lo intente ya va a ser muy tarde.
No quiero mentirme, la gente está acostumbrada a irse, yo no tengo la voluntad ni la fuerza suficiente para hacerlo.
Si me armo de valor mando todo al carajo y empiezo de nuevo.
Si me dejo de pavadas llego al recuerdo, y recuerdo que quería dejarlo todo lejos, abrir los brazos, sentir el viento, tomar cerveza, leer un montón de libros, pintar en las mañanas, y permitir que la gente vuelva en el momento que cada quien decida hacerlo.
No quiero mentirme, estoy harto de lo mismo, de los pequeños detalles que demuestran que el mundo hace rato que se fue al carajo.
Me voy a la mierda hablando del cariño, de los amigos, de la gente que por alguna razón de la casualidad o el tiempo he debido conocer.
Me fui, me fui, me fui, me fui.
Nadie me avisó que ya todos se habían ido, estoy dejando de comer y no lo noto hasta que mi madre me indica que la ropa me está quedando enorme, y que ya casi me parezco a mi mejor amigo.

No pretendo nada al escribirlo, tal vez sólo hacer un trato conmigo mismo.

sábado, 5 de mayo de 2012

Amourcito Föu


Te soñé, bonita. Te soñé y fue maravilloso. Estabas en falda y tacones, estabas coqueta, tenías los labios rojos y a mí me excitaba verte así; me excitaba porque sabía que jamás tendría el placer de verte de esa manera, me excitaba saber que te veía después de tanto tiempo, me excitaba que me llamaras desde lejos y yo corriera para verte.

Te subiste al automóvil desde el cual pude verte y te sentaste frente a mí. Recuerdo haberte dicho que moría de ganas por tener un accidente contigo, y tú oprimiste el acelerador con tus tacones que amenazaban a cada segundo.

Que linda estabas, mi amor azul. Me pintaste los labios al besarme, mujer. La palanca del freno auxiliar no funcionó, primor. Nos fuimos al carajo, delicia, y sólo te vi a ti, a ti, cosita linda, cosita azul.

Luego del choque desperté y quise llamarte, quise verte, quise saber a qué sabían tus labios en verdad, quise verte despeinada y sencilla, justo como eres.
Ahora te despierto y me preguntas cómo va todo en mi vida, y yo no soy capaz ni de hablarte, parece que se me cierra la garganta al verte.
Te tomo el rostro con las dos manos y te beso hasta que se me agota la respiración, cierro los ojos y digo algo al volver a respirar como: 'Ohh sí'.

-

Con que así suelen ser mis sueños húmedos, azul.
Tuve un sueño dentro de un sueño, me despierto y quiero verte. Pero está lloviendo y temo que no estés en casa, temo que no quieras verme. Llevo más de siete horas pensando en llamarte, y ahora que se acerca la media noche pienso que sería poco apropiado hablarte.
Tengo miedo, azul. Te extraño y te amo aún, pero no me atrevo a confesarte que me alejo de vos porque me hace daño, me hace daño hablar de amor sin ti, me hace daño que me hayas olvidado y que no creas nada de lo que te digo.

Debería llamarte y dejar de negarme esos caprichos. No quiero mentirme más, me muero por oír tu voz, por abrazarte, por darte los besos que tú quisiste darme y que nunca te di.
Me surge ahora el deseo de enamorarte nuevamente. Justo ahora, con esta música, con este baile, con este ambiente tan cálido. Ando  entre sudores ajenos a causa de buscarte por todas partes, de querer embriagarte con esa luna llena para hacerte mirar hacia arriba y que me beses.



martes, 17 de abril de 2012

No será Jueves nunca más.

Hace aproximadamente unos treinta minutos que dejó de ser Jueves.
Yo hablaba con las mujeres y concluía que desearía volver a enamorarme de los libros, de las nubes, de otras cosas saludables.
Me gustaría volver a ser un niño, así sacaría mis pompas de jabón a las calles para mostrárselas a los patos del lago o a los perros del parque.
La razón mayor por la que desearía ser un niño es para enamorarme de los sujetos de las películas, para volver a soñar siendo consciente de que mi anhelo es imposible.
Ser joven y acercarse a la adultez es una condición execrable, el mundo deja de tener sus colores y queremos/hablamos con otro tono, tratando de demostrar poder y otras cuantas estupideces.
Quisiera ser un niño otra vez para dejar la vida que llevo frente a la computadora, para bailar en mi habitación desnuda y hablarle al espejo creyendo que le hablo a mis amores tan llenísimos de mí.
Volver a besar las paredes de la ducha imaginando que te beso a ti, sentir el agua sobre mi rostro, reír siendo cómplice de mí misma.
Ver tus fotografías una y otra vez, hacerte dibujitos, barquitos de papel. Leer a Cortázar y pensar en ti.


Estoy harta de beber junto a ti, del sabor a cigarrillo que viene al día siguiente. De tener que llamarte una y otra vez para que vengas a verme, de tener que trabajarle a tu humor de mierda para que me beses, de que sepas cuál es el momento menos indicado para acercarte y aún así vengas a abrazarme.
Voy a dejar de regalarte mi amor concupiscente. Tu amor es incoloro, insonoro, unívoco; yo estoy harta de ti. Ya es tiempo de volver al lago para poner a navegar mis barquitos de papel, y volver a la ventana de los jueves con mis florecitas azules deseando un poco más del amour föu, del amor loco, del amor libre.



sábado, 31 de marzo de 2012

Diario de Azul.

Hola, me llamo Azul, me gusta masturbarme a eso de las 3 ó 4 de la mañana. Mi número favorito es el 17, la hora favorita del negro es la de las 4:30. No sé por qué pero a ambos nos gusta, y yo sé que el negro tampoco lo sabe.

Al negro y a mí nos gusta hablar de madrugada mientras todos duermen. Hablamos de nimiedades, a veces también hablamos de la gente.

Me gusta la risa del negro, el negro suele reírse de la misma manera desde que tiene 8 años. Me gusta el mentón del negro, es mi parte favorita de él. También me gusta dedicarle canciones sin sentido y consentirlo cuando está triste.


Solíamos grabar videos cuando éramos chicos.

Veíamos un montón de veces la misma película.

Soñábamos con los piratas.

Cantábamos canciones y jugábamos a disfrazarnos.

Bailábamos e inventábamos coreografías.

El negro y yo inventamos un lenguaje que con el tiempo nuestros amigos han aprendido a identificar e incluso algunas veces a emplear también.

El negro y yo salimos a pasear y hace tiempo que nos gusta leer y escribir.