Ya no quiero verte, muñeco. Ya no me gusta mirarte a
los ojos. Ya no me gusta el sabor que me dejas en la boca después de un
beso, como ese sabor a nada, como ese sabor a que el amor se está
muriendo y ya no hay nada que podamos hacer. ¿Estaría bien si me compro
una bici y vuelvo luego? Tal vez cuando tú hayas probado otras bocas y
yo ya me haya olvidado de lo que es tener sexo, o de las primeras veces
que hicimos el amor.
Ya no quiero que me digas que me amas porque no te creo, porque las
palabras se esfuman en el aire, porque duran menos que los cigarros que
me fumo a diario.
Ya no quiero pensar en ti, ya no quiero esperar un montón de horas hasta
que te decidas a venir a verme.
Los días se vuelven un "Buenos días, te amo, vamos por un tinto y te
amo, no quiero hacerte el amor porque estoy cansado pero te amo, hoy no
llego a casa, te amo, estoy leyendo ese libro que me gusta, durmamos un
rato, pero ven, yo te amo, déjame abrazarte que te amo, me da pereza
acompañarte hasta la puerta, mañana hablamos, te amo".
Me parece que valía más la pena cuando no creía en el amor pero empezaba
a creer en ti.