martes, 26 de noviembre de 2013

Ya no quiero verte, muñeco.

Ya no quiero verte, muñeco. Ya no me gusta mirarte a los ojos. Ya no me gusta el sabor que me dejas en la boca después de un beso, como ese sabor a nada, como ese sabor a que el amor se está muriendo y ya no hay nada que podamos hacer. ¿Estaría bien si me compro una bici y vuelvo luego? Tal vez cuando tú hayas probado otras bocas y yo ya me haya olvidado de lo que es tener sexo, o de las primeras veces que hicimos el amor. 
Ya no quiero que me digas que me amas porque no te creo, porque las palabras se esfuman en el aire, porque duran menos que los cigarros que me fumo a diario. 
Ya no quiero pensar en ti, ya no quiero esperar un montón de horas hasta que te decidas a venir a verme. 
Los días se vuelven un "Buenos días, te amo, vamos por un tinto y te amo, no quiero hacerte el amor porque estoy cansado pero te amo, hoy no llego a casa, te amo, estoy leyendo ese libro que me gusta, durmamos un rato, pero ven, yo te amo, déjame abrazarte que te amo, me da pereza acompañarte hasta la puerta, mañana hablamos, te amo". Me parece que valía más la pena cuando no creía en el amor pero empezaba a creer en ti.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Un amor loco.


Los días están difíciles, negrito.
Te escribo porque me cuesta mucho decirlo en voz alta.
La mañana está gris y lluviosa y mi cuerpo no resiste.
Tal vez ahora sí valga la pena decir que estoy "sobreviviendo", al menos psicológicamente.

Föu tuvo una crisis, está roto, está con sus días vueltos mierda, y el tabaco ya no alcanza, ya no basta. 
Yo sigo pensando que el mundo me intriga, me asusta, me asfixia.
Correr, verlo a él, la sangre, parálisis, la clínica, la conversación con papá y mamá. 
Ellos resolvieron internarlo en una clínica, o así lo llaman: una casa de reposo.
Pavadas, mentiras dulces que son como todos los puñales del mundo y la imaginación.
Todos sabemos que esos sitios son para la gente que no piensa como el resto, todos sabemos que esos sitios son para la gente que tiene otro tipo de ideas en la cabeza, para la gente cuyas ideas son tan fuertes que los arrastran a una especie de catástrofe.

Tengo miedo, negrito.
Ya antes te lo había dicho, que sentía que ya no podría vivir sin él.
Y que nunca más querría conocer a otra persona en el mundo.
Tengo que ser fuerte, él me necesita, pero soy tan frágil.
Ahora que quiero llorar hasta acabarme no puedo hacerlo, y se me atragantan los gritos y las pesadillas.

El mundo es extraño, los días son extraños, las calles son extrañas, incluso los árboles.
"Me quiero morir", le  dije la noche antes del incidente. Y él lloró calladamente al otro lado del teléfono.
Yo sentía que esa idea me comía viva, era cierto, en ese preciso instante ya nada importaba, no iba a matarme, era cierto, pero supe exactamente qué era querer morirse y desvanecerse.


domingo, 27 de enero de 2013

Un cigarro en la tarde.



Estoy mal.
Rayada de la cabeza.
Siento que el lazo que me une a la humanidad es tan frágil.

Estoy harta de ser juzgada constantemente.
De no poder decir nada.
De que todo esté mal.
Estoy desesperada... y ahora soy tan frágil y me cabrea ser tan frágil.
Me cabrea crecer y tener deberes para con la vida y el tiempo.
Siento que todo lo que hago es como llenando una lista interminable de deberes para agradar a quién sabe qué cantidad de personas.
No me gusta, no me gusto, nada.
Y es que hasta la satisfacción parece un puto deber.

La situación en casa está cada vez más difícil, la vida está difícil.
Estoy harta de tener que oír tantos gritos y tantas palabras fuertes.
De tener que ser violenta para no destruirme.
Es ridículo, es patético, muchas veces siento que me odio.

No me gusta mi aspecto físico, ni como pienso algunas veces, ni lo que hago.
A veces siento que no soy capaz de resistir.
Puedo pasarla bien pero no del todo, tengo el alma y el corazón bastante cascado, roto.
En las noches no hago sino mirar al techo.
No puedo dormir si no es con el televisor prendido, ya no disfruto el silencio.

No puedo parar de fumar, como si aquello fuera un remedio, qué pavada tan absurda.
No, no es sólo la casa, es el amor también, es el miedo que me da hacerle daño al amor.
Al amor en todas sus formas, me dan ganas de decir a las personas que amo tantas cosas.
Quisiera vivir con mi abuela o algo así, y hace tanto que no la veo.
Creo que mañana iré a visitarla.

Cosas que la gente necesita oír, eso es todo.
Pero si las digo hago daño, la gente se molesta, y todo es así.
Importa porque yo ya estoy dañada por dentro, y no quiero herir a los demás, ¿comprendes?

Todo es destructible, eso me da miedo.
Mi mamá me llama y siempre grito cuando mis papás me llaman.
Anoche ahorqué a una mujer un par de segundos, tuve miedo, sentí que era como mi hermano y me dio asco.
Tuve que subir a mi cuarto un momento.
No me gustan esas imágenes.
Parece como si a lo largo de los años hubiera acumulado mucho odio y mucha rabia, y a veces me desquito con quien menos lo merece.

Eso es. Es resumen.