Mundo:
¿Escribimos juntas?
Tenemos un blog juntas pero dejamos de escribir juntas.
Hagámoslo
¿Quieres?
Viento:
Sí, quiero.
Aunque ya se fue la maldad de mi alma, queda un poquito de rencor.
¿No importa?
Mundo:
Entrada la noche no importa. Yo empiezo a recordar, a querer ver o sentir. Ya me he hartado de imaginar. Me he hartado de hacer y anhelar lo que nunca sucede. De manera que no importa.
Tú tienes el rencor, a mí me queda muy poco.
Viento:
Te queda tan poco que ya no sabes en qué gastarlo.
Es cierto, ya no vale la pena. Mis dedos se arrugan cada vez que pienso en lo banal que resulta imaginar algo nuevo.
Mundo:
A mí se me agotan las ideas, la indolencia me hace posponer el deseo.
Algunas noches tengo muchas ganas de escribir al Amor, pero sé que de nada sirve, y las letras se riegan por mi habitación y mojan mis sábanas porque nunca van a ser leídas.
Viento:
Yo también siento esas ganas. Y se desvanecen al darme cuenta de que no hay nada-nadie a quién hacerlas.
Quizás tu podrías hacerlas para el gato. Pero estarías encubriendo algo ficticio, algo que quisieras sentir por alguien.
Yo en cambio, no tendría gatos, ni alguien, ni nada-nadie.
Mundo:
Decidí enamorarme de mi gato porque me harté del amor-humano.
Y es difícil, pero es rico a la vez, disfruto el amor-gatuno de noche.
Mientras que el amor-humano me consume en la hora triste, la madrugada difícil.
Viento:
Cómo odio esa hora.
Mundo:
Si no tuviera a mi gato seguramente no tendría dignidad, habría llegado hasta el límite de mi ser intentando dejar de sentirme miserable sin lograrlo.
Viento:
Bendito sea el gato. Menos mal, está el consuelo de llamarnos y volvernos a sentir miserables, entre risas y bromas, sabiendo en el fondo el ser perdedor y fracasado que sacamos a relucir a diario. Haciendo propósitos que se hacen difíciles de cumplir.
Mundo:
¿Sabes algo? Dejé de odiar la hora triste cuando descubrimos el antídoto.
Cuando descubrí que sólo a tí quería llamar esta noche y todas las noches.
Gracias amigo-no-gatuno por darme un poquito de tu amor y hacerme reír en las horas más tristes.
Viento:
Sabes bien que eres mi amigo-no-gatuno que logra hacer de mis noches, días, tardes, mañanas, algo inesperado lleno de alegrías. ¿Podría tener la certeza de que ese será el antídoto siempre?
Mundo:
No lo sé, no voy a mentirte. No quiero mentirte porque tú eres lo más cercano al amor que mi alma conoce.
Viento:
No se hable más del tema.
¿Y ahora qué sigue? ¿Qué está pasando mañana?
Mundo:
Mañana está pasando que soñé con un extraño al que siempre voy a querer hablarle... y aún no sé qué decirle!
Viento:
Mañana está pasando que recordamos lo que hicimos ayer, que fue hoy. Como si hubiera sido hace un tiempo.
Mundo:
Como si hubiera sido siempre.