lunes, 28 de septiembre de 2020

Septiembre.

 Alguien me dice que quererme fue absolutamente inútil. No creo que haya sido así, pero lo cierto es que todos somos adictos de alguna manera. Actuamos por impulso, y mentimos para conseguir aquello que queremos, aún cuando no seamos conscientes.

Yo creo que soy adicta a la huida, a soñar despierta, a transformar la perspectiva de lo que sucede. Quizás por eso paso tanto tiempo entre libros y ficciones, probando pocas dosis para no ahogarme en esta realidad, que constantemente nada me ofrece.
Vaya personaje. Aún en la intimidad no logra liberarse de su tristeza, de sus impulsos que secretamente sabe no son coherentes, no llevan a nada, no satisfacen ningún deseo, no disfrazan ningún dolor.

Siempre falta algo. Ha faltado la misma figura del amor desde hace once años... y le temo, pero no puedo separarme de ella. Busco similitudes en la gente, algún pequeño rastro de su existencia en todos los rincones. Me saboteo también, porque quizás a través del dolor puedo recordarla más vivamente. Pero también me frena, porque he sabido siempre que hasta que no me libere de ella todo lo demás no será más que un pasatiempo, una forma de callar su ausencia y nuestro mutuo silencio.
No sé si de su lado suceda algo parecido, pero me gusta creer que fui algo importante... al menos una vez.

No quiero usar a nadie, quiero bastarme, ser suficiente, aprender a entender el tiempo, y no necesitar nada de la gente.
Necesito hacer de una buena vez todo eso que he dejado en una lista interminable de pendientes. De lo contrario no podré mirarme al espejo tranquilamente.



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